Hamlet Pre moderno
HAMLET UNA TRAGEDIA EUROPEA PRE MODERNA
Las grandes obras clásicas de la literatura premodernas como El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de
La tragedia de Hamlet es que siendo el Príncipe un adolescente en el Reino de Dinamarca medieval se le aparece el fantasma de su padre muerto y le revela que su trágica muerte es una conspiración adultera de su madre con su tío que usurpan el trono real. El Príncipe Hamlet (de la obra homónima de Shakespeare) siendo poco más que un niño debe enfrentar esta insoportable e incómoda revelación de ultratumba. Puede dudar de su visión, pero eso también le atormenta. Puede creer lo que dice el fantasma, pero eso lo apabulla. Está atrapado en su mente, sus sueños, sus dudas, atrapado en sus emociones. Y el fantasma paterno le solicita además que revele su muerte y sea reparado. De ahí su inmensa soledad en que dice en el clásico monologo: “Ser o no ser. Si acaso debemos aceptar los golpes y dardos de la inmisericorde fortuna; o hacer frente a un piélago de calamidades y vencerlas. Morir, dormir, no más”. Hamlet, en la obra se enfrenta al agobio de suicidarse o la tarea trágica de denunciar a su madre adúltera, combatir a su tío (el nuevo Rey y esposo de su madre) y realizar una misión imposible siendo todavía un joven[1]. Esto es resiliencia, traspasar los límites de la agonía mental.
En lenguaje moderno, lo podemos decir así: ¿cómo podemos (si queremos) hacernos cargo del beneficio y de la labor inconclusa de las generaciones anteriores que podemos o no asumir? Es decir, del mundo como está o que recibimos (y que legaremos o legamos a nuestros hijos y nietos): Un mundo inconcluso y, tal vez, muy imperfecto, que no es el sueño original, pero tampoco la pesadilla final. De todos modos el mundo recibido puede llegar ser una responsabilidad incomoda. O un deleite de todas sus comodidades que damos por hechas: agua caliente, ascensores, metro, bancos, hospitales, carros-autos, en fin. Desde luego está en nuestra opción asumir o no asumir “platos rotos ajenos”. Ya con las responsabilidades propias basta. La tentación es escaparse y evadirse. Enterrar la cabeza como el avestruz y no querer saber, como Hamlet (“morir, dormir, no más”). Pero el mundo es así. Tal vez, siempre ha sido incompleto e imperfecto. Tal vez, siempre lo será. Pero también anivel practico y cultural progresa, madura a niveles sociales y culturales de mayor responsabilidad y solidaridad. Ya la esclavitud no es legítima, aunque existe, se oculta. No es estático.
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